La costurera y Ava Gardner

Estoy convencida que, si profundizamos un poco, en la vida de cualquiera de las personas mayores que tenemos a nuestro alrededor, seguro que estaría llena de experiencias y anécdotas que serían más que interesantes para escribir un buen libro.

María Concepción nació en 1942, siendo la cuarta hija de un padre carpintero y una afanada ama de casa. Una infancia que ella cuenta como muy buena, vivía en una casa cómoda, sin ser ostentosa, en la mejor zona del barrio de Salamanca, Madrid, en la que simplemente era feliz.

Con quince años decide que no quiere estudiar, que a ella realmente lo que le gusta es coser y cargada de valor llama a la puerta de uno de los grandes diseñadores de la época. Quizás por sus ganas de desarrollar ese trabajo y la gracia de su juventud consigue ser recibida por el gran Elio Berhanyer “¿y tú qué sabes hacer?” le pregunta, “pues pasar hilos e hilvanar”contesta Conchi.

Y así sin más, con el consentimiento de sus padres por supuesto, comienza a trabajar con el diseñador de alta costura de origen cordobés. “Al principio” me comenta Conchi, porque a partir de ahora me referiré a ella cariñosamente con este nombre,“parte de mis funciones como aprendiza era entregar los vestidos en las casas de las clientas del atelier, la mayoría de ellas dejaban unas buenas propinas. Recuerdo que uno de los primeros días, después de entregar uno de los encargos, y siendo la hora de comer, entré en una buena marisquería sin saber realmente si llevaba suficiente dinero para poder tomar el plato que, de repente, se me había antojado, pero el dueño me sonrió. No recuerdo muy bien que billete me habían dado de gratificación, pero, tras pagar el plato, las vueltas fueron muy elevadas.”  

Así fue pasando el tiempo y Conchi fue subiendo de escalafón, ayudanta de segunda, oficiala, oficiala de segunda y así, hasta llegar a oficiala de primera. 

Ana: ¿Conchi quién eran las clientas de Elio en aquella época?  

Conchi: Lo mejor de la sociedad del momento, marquesas, condesas, mujeres de empresarios y políticos, actrices americanas... 

Ana: ¿Actrices americanas? 

Conchi: Si, como Liz Taylor, que tenía una cara preciosa, pero de cuerpo no era gran cosa, pero para mí la favorita era Ava.

Ana: ¿Qué Ava? 

Conchi: ¡¡Ava Gardner claro!! Era muy amiga de Elio y se hacía muchos trajes en la casa.

En ese momento a mi interés en la conversación se eleva hasta la estratosfera.

Ana: ¿Qué has conocido a Liz Taylor y Ava Gardner?  Las protagonistas de "La Gata Sobre el Tejado de Zinc" y "Mogambo" (ahora soy todo oídos) ¡¡Cuenta, cuenta!! 

Conchi: Bueno, con Liz Taylor el trato no fue más allá del que permitía mi trabajo, pero con Ava llegue a intimar más. No sé porque, pero llegó a cogerme bastante cariño y, cuando llegaba a la casa, entraba en la sala donde trabajamos y me decía, “Conchi vamos a tomar un café”, y yo le contestaba “pero Ava, no puedo dejar mi puesto de trabajo.” Y ella decía con energía, “No te preocupes, aquí mando yo.” En pocos minutos volvía con Elio Berhanyer que me miraba amablemente y me decía, señorita Conchita haga el favor de acompañar a la señora a tomar un café. 

Ana: ¿Tomar un café con Ava Gardner? ¿No te parece increíble? 

Conchi: Venía mucho por la casa, era hasta normal. Recuerdo que cuando salíamos a la calle todo el mundo se quedaba mirándola o la saludaban "El animal más bello del mundo" al natural era todavía más guapa que en fotografía. Yo, que llegué a verla en bañador, te aseguro que tenía unas piernas impresionantes, una cinturita de avispa, y unos ojos maravillosos. Era realmente bellísima. 

Ana: ¿Y tus compañeras que decían? 

Conchi: Sinceramente, ahora que lo pienso, quizás levante un poco de celos entre mis compañeras; pero te aseguro que yo no hice nada especial para que ella quisiera estar conmigo. 

Ana: ¿Y de que hablabais? 

Me contaba las fiestas a las que había asistido o a quién había conocido el día anterior. La verdad es que tuvo muy mala suerte con los hombres, o se enamoraba del que no le convenía, "Conchi cuando consiguen lo que buscan, se van.” Además, era muy espléndida y terminaba pagando todas las cuentas.

Ana: ¿Qué en aquella época y a esos niveles una mujer pagara la cuenta? 

Conchi: Es cierto, ella era muy generosa y ya sabes, en estos casos siempre hay muchos listos que se aprovechan... Recuerdo un día en los que salimos a pasear juntas, pasamos por un escaparate de una tienda de lámparas y entramos en el establecimiento. Había una lámpara de mesa de una firma italiana con un precio alto. Ava me pregunto si me gustaba. Realmente era muy bonita y le dije que sí, y ella la compró. Cuando salimos de la tienda la puso en mis manos y me dijo, “Conchi esto es para ti.” Yo me azoré, “pero Ava yo no puedo aceptar esto...” y ella me calmón enseguida diciendo “no seas tonta Conchi, así tienes un recuerdo mío”. Así era ella, guapa por fuera y por dentro. Era maravillosa. 

Al casarse, Conchi deja de trabajar en el atelier de este grande la costura española, su marido insiste en que deje el oficio para empezar su vida juntos y ella lo acepta con la normalidad de la época, y guarda sus buenos recuerdos. 

“Sin duda fueron unos años muy felices, además se ganaba muy bien y Elio nos trataba con mucho respeto y cariño. Sí, fue una época estupenda, y, aunque mi vida cambió radicalmente, siempre recordaré esos momentos con Ava. Era una gran mujer.” me comenta con cierta nostalgia.       

Conchi actualmente tiene 82 años y cien mil historias más que contar y que yo quiero escuchar, nuestra pasión por la moda también nos une, y seguramente poco a poco iré conociendo más profundamente la vida de esta mujer. Seguro que daría para escribir una enciclopedia, pero aquí va mi pequeño homenaje para todas esas vidas anónimas que deberían ser contadas y en especial para esta mujer a la que ya considero mi amiga.

Tengo que reconocer que, en el fondo, casi con un poco de envidia sana… ¡¡A mí también me hubiera encantado conocer en persona a Ava Gardner!!